Es muy notorio el cambio de cultura una vez que atraviesas uno de los portones coloridos. Inmediatamente comienzas a escuchar mandarín, los caracteres cambian, a tu nariz se impregnan los olores de dumplings y brochetas y hay faroles chinos colgando sobre tu cabeza mientras caminas por estas estrechas calles.
Te sumerges completamente en esta otra cultura totalmente diferente a la de Japón. Es como una isla en medio del océano japonés. A comparación de las calles en Yokohama que lo rodean, este mundo está lleno de colores y con una arquitectura muy diferente.
Las principales atracciones son dos templos daoistas. Esta religión proviene de China y su principio se basa en vivir en armonía con el flujo y la estructura cósmica del universo, al cual ellos le llaman Tao, cuyo significado es “el camino”. El templo Kanteibyo cuenta con casi ciento cincuenta años de antigüedad y está dedicado al dios de la prosperidad.
Este chinatown es el más grande de Japón y uno de los más concurridos del mundo. Hasta podría decirse que es el más apegado a su cultura que otros.
Hay una variedad inimaginable de comida; helados, ramen, manju, dumplings y, en ocasiones especiales, pasteles de luna. Es difícil controlarse con la comida, pues uno querrá probar de todo. También hay varios restaurantes donde hacen una fusión deliciosa y extravagante de cocina china y japonesa.
Se llevan a cabo varios festivales durante el año, el más popular siendo el del Año Nuevo Chino, que normalmente ocurre alrededor de febrero. Recomiendo ir a presenciar alguno de ellos, pues decoran aun más las calles y las personas se disfrazan, incluso puedes admirar los disfraces tradicionales de dragón.
Puedes encontrar de todo en este chinatown. Desde tiendas donde toda su mercancía tiene el tema de los pandas hasta una tienda donde venden jabones suaves y esponjosos de olores muy cautivadores.
Si quieres visitar otro país estando dentro de Japón, ir al chinatown de Yokohama es tu mejor opción.