El 28 de octubre de 1613, el barco San Juan Bautista levó sus anclas desde un pequeño puerto a las afueras de Sendai, hoy prefectura de Miyagi, para embarcarse en una misión histórica que pondría a sus aventureros viajando hacia Roma. Fue la era del descubrimiento. Los extranjeros venían a Japón como comerciantes, misioneros y exploradores. Muchas cosas estaban pasando cuando el país aún estaba abierto a los foráneos, a sus posesiones y a sus ideas. Solo unas cuántas décadas después el país comenzaría su política de aislamiento hacía el mundo con excepción de una pequeña isla de Nagasaki conocida como Dejima. De hecho, esta interacción con el exterior se llevaba acabo primeramente en Japón oriental. El Daimio (Señor Feudal) Date Masamune de la capital Sendai tenía otros planes cuando vislumbró las creación de un barco tipo europeo para zarpar del norte.
El barco San Juan Bautista era un barco con una misión. Date Masamune eligió a Hasekura Tsunenaga, una especie de sirviente novato suyo, para establecer un intercambio con México. Específicamente, la Misión Keicho, como fue llamada, era establecer relaciones de amistad con la colonia española en México. Para lograr esto, Tsunenaga y su tripulación necesitarían recibir un permiso del Rey de España y uno del Papa en Roma. Parte del trato de permitirse el intercambio con México era que Date Masamune permitiera y fomentara la cristiandad en sus dominios.
Tsunenaga fue bautizado en Roma, pero aún se debate si Masamune estaba realmente interesado en la cristiandad o solo en el intercambio. Siete años después de su salida y con las negociaciones fallidas con el exterior, Tsunenaga regresó a Japón donde ahora se perseguía a los cristianos. Aunque la misión nunca logró sus verdaderos fines, la misión es recordada por su increíble aventura y su significado histórico a través del intercambio cultural. Puedes aprender todo acerca de la Misión Keicho y vivir de cerca el barco en el Museo San Juan Bautista en la Ciudad de Ishinomaki.
La atracción principal del museo es una réplica tamaño real del San Juan Bautista. Anclado en su propio puerto personal, el barco es un sitio impresionante. Con una longitud de 55 metros y una altura de 48 metros, fue construido sólidamente para soportar las fuertes tormentas que azotan por todo el Océano Pacífico. Estar en la borda te regresa cuatro siglos en el tiempo. Ver los objetos y maniquíes colocados por todo el barco para aprender lo que era la vida en mar abierto. Hay folletos disponibles en las áreas de información y servicio aunque mucha de la información que necesitas está en japonés e inglés por todo el barco.
Mientras la Misión Keicho viajó hacia Roma y de regreso, el San Juan Bautista fue utilizado para un viaje de 90 días a México. El barco es más amplio por dentro de lo que parece aunque esa imagen se desvanece cuando sabes que 180 personas retacaban la nave. Desde México, la misión se dirigió a España y eventualmente a Roma. Mientras tanto, el San Juan Bautista regresó a Japón solo para ser invocado nuevamente en México siete años después para acompañar a Tsunenaga de regreso a su patria. La tripulación paró brevemente en Filipinas donde el San Juan Bautista fue vendido a la armada española, pero pronto después desaparecería de los libros de historia. Tsunenaga logró llegar a Japón en otro barco y después falleció dos años después debido a una enfermedad.
El Museo San Juan Bautista también cuenta con una sala de video, una simulación del barco, pequeñas exhibiciones dentro del edificio principal y una pequeña tienda de regalos. Las instalaciones abrieron nuevamente al público en noviembre de 2013 después de dos años de restauración intensiva debido a daños provocado por un tsunami.