Es alucinante la cantidad de lugares preciosos que puedes visitar en Japón. A la vuelta de la esquina, siempre habrá algo que te llame la atención. Toyama es justamente un ejemplo de un descubrimiento inesperado.
Hasta hace poco, Toyama era una de esas ciudades que, por su ubicación, pasaban desapercibidas para los turistas. Pero ahora el nuevo Hokuriku Shinkansen te lleva directamente desde Tokio hasta Toyama, ahorrándote unas cuantas horas de viaje.
Se suponía que iba a ser una parada en nuestra próxima excursión al desfiladero y la presa de Kurobe. Ni le echamos un vistazo a lo que la ciudad tenía que ofrecer, porque se suponía que iba a ser simplemente un lugar para descansar antes de las actividades en la montaña.
Pero todo eso cambió en cuanto llegamos a la estación de Toyama y acudimos a su oficina turística. Caímos en la cuenta de que no estábamos tan cansados como habíamos previsto, así que decidimos utilizar la mitad del día para recorrer la ciudad.
Mapa en mano, localizamos un mercado de pescado, así que nos subimos al tranvía en dirección a la zona costera. Nos bajamos en la última parada, que resultó estar al lado del nuevo puente Shinminato. Quizás estés preguntando... "Un puente, ¿y qué". Pues resulta que este puente se extiende a lo largo de 600 metros y, después de que un ascensor te deje en la cima, se convierte en un fabuloso paseo peatonal. Si el día está despejado, se puede ver la península de Noto, las montañas de Tateyama y la bahía de Toyama. Abajo, en el lado izquierdo, se encuentra la fragata Kaio-Maru. Nosotros disfrutamos un agradable paseo de ida y vuelta, parando a menudo para hacer fotos desde los inmensos ventanales.
No muy lejos del puente, hay un camino que lleva primero al puerto y después al mercado de pescado. A pesar de ser más pequeño que otros de los que hemos visitado, estaba muy limpio y bien organizado.
Cuando estás viajando por Japón, hay una cosa que no pasa desapercibida: a los japoneses les encantan los helados. Y no hablamos solo de los típicos de vainilla o chocolate. Los sabores van desde el té verde hasta las algas y, en el caso de este mercado, al helado de camarónes (gambas). Al igual que ocurre con los Kit Kats, la mayoría de las prefecturas tienen un sabor especial que representa la zona.
Nuestra siguiente parada fue el canal de Uchikawa, inmortalizado en infinidad de películas debido a la riqueza arquitectónica de sus puentes. Aunque Toyama se ha auto proclamado como la Venecia de Japón, Kyoto reclama también ese título. He estado en ambos lugares y no puedo decantarme por uno de los dos.
Dimos un paseo tranquilo a lo largo del canal y acabamos en una de las singulares galerías de arte de Toyama. Nada más entrar, una empleada nos acompañó a una mesa y nos sirvió un café caliente. Después de ojear las pinturas, nos decidimos por dos acuarelas que ilustraban el puente sobre el canal. De que nos dimos cuenta, perdimos el autobús con el que íbamos a volver a la estación y el pánico se apoderó de nosotros, por lo que empezamos a preguntar qué alternativa teníamos. En cuanto la empleada acabó de atender a su cliente, nos guió por las calles hasta asegurarse que cogíamos el autobús que tocaba. ¡A eso sí lo llamo yo atención al cliente!
En cuanto volvíamos a nuestro hotel cerca de la estación, encontramos un restaurante de sushi donde probé por primera vez el sushi de lengua de caballo. En realidad, si intentas no pensar de dónde viene lo que te estás comiendo, el sabor es exquisito. Es interesante cómo cada cultura establece qué está bien comer y qué es mejor ni tocar.
Sin duda Japón me ha ayudado a expandir mis horizontes, especialmente cuando se trata de comida. La cocina tradicional japonesa es una de las dos cocinas -la otra es la francesa- que han sido declaradas patrimonio de la humanidad por la UNESCO.
Toyama también es una ciudad conocida por el cangrejo rojo reina, el jurel y los camarones blancos (gamba blanca). Hay que asegurarse de probarlos todos.
Hay muchos otros lugares de interés en Toyama, como el castillo de Toyama, el jardín botánico y el parque Fugan Unga Kansui, donde puedes disfrutar de un café de Starbucks mientras contemplas el atardecer y la iluminación del puente Shinminato.
Una vez más, he descubierto una ciudad poco famosa que ofrece multitud de atracciones y una increíble hospitalidad.